Corrubedo, un paraíso de arena, agua y aves

El dolmen de Axeitos, el archipiélago de Sálvora, el Castro de A Cidá, miradores, museos, playas… Son muchos los atractivos turísticos del municipio coruñés de Ribeira. Pero seguramente ninguno de ellos despierte el asombro y estimule la imaginación como el Complejo Dunar de Corrubedo. Situado en el extremo más occidental de la península del Barbanza, este espacio presidido por una gran duna móvil es también un lugar de referencia de todo el noroeste de otra península más amplia, la Ibérica, y constituye un claro ejemplo de lo que las fuerzas de la naturaleza combinadas con el paso del tiempo son capaces de hacer.

 

La espectacular sucesión de playas (A Ladeira, A Lagoa, O Vilar y Anguieiro) que forman un frente de unos 5 kilómetros de longitud guarda tras de sí un espacio formado en la época Cuaternaria, hace más de 10.000 años, y que está integrado también por las lagunas de Carregal (de agua salada) y Vixán (de agua dulce). La erosión, la acción del viento y los procesos de sedimentación son los responsables de que la bahía original que existía en la zona fuese dando paso a las lagunas y marismas que podemos contemplar en la actualidad y a la gran duna que se alza en la parte norte del complejo. Se trata de un ecosistema de gran valor paisajístico y, sobre todo, ambiental por las singularidades de su flora y su fauna, lo que ha propiciado que toda la zona goce de la consideración de Parque Natural desde hace ya casi 30 años.

 

La duna móvil de Corrubedo, con sus impresionantes dimensiones (un kilómetro de longitud, entre 200 y 300 metros de ancho, y casi 20 metros de altura), es el elemento más visible y famoso del lugar y el motivo por el que muchos visitantes se acercan hasta allí. Por razones lógicas de conservación, el acceso está limitado para evitar que la acción de los visitantes altere su evolución natural, pero una pasarela de madera permite acercarse a ella y disfrutar de bellas vistas tanto de la propia duna como de las marismas y de la laguna más próxima, la de Carregal.

 

El complejo, que ocupa una superficie total de alrededor de 1.000 hectáreas, dispone de varias sendas señalizadas para que los visitantes puedan caminar a su aire mientras disfrutan de la belleza del entorno y aprecian su fauna y su flora. Dos de ellas parten de las inmediaciones de la duna: el Camino del Viento y el Camino del Río do Mar, de 1,5 y 3,5 kilómetros de longitud, respectivamente, y con inicio en ambos casos en el punto de información de Olveira. Más al sur, a medio camino de las lagunas de Carregal y Vixán, se encuentran el Centro de Recepción de Visitantes y el Centro de Interpretación del Ecosistema Litoral de Galicia (Cielga), que además de acoger exposiciones y otras acciones divulgativas diversas, sirven de puerta de entrada a otras dos sendas: el Camino de la Playa y el Camino da Gandarela, ambos de dificultad baja, y con 1,5 y 6 kilómetros de longitud, respectivamente. El Camino del Agua, que parte del aparcamiento de la playa de Vilar y tiene una longitud de 2,5 kilómetros completa la red de senderos del parque natural. 

 

La observación de aves es uno de los grandes atractivos del lugar puesto que es posible ver una amplia variedad de especies durante todo el año, pero especialmente entre los meses de septiembre y abril. De hecho, este es uno de los espacios destacados del programa Galicia Birding, que propone tres rutas diferentes (dos en coche y una a pie o en bicicleta) para disfrutar a fondo de la riqueza ornitológica del lugar.

 

Sus alrededores ofrecen además varios miradores, como el de Pedra da Rá (en las inmediaciones del Castro da Cidade), desde los que contemplar impresionantes panorámicas de todo el parque natural en su conjunto y confirmar que estamos ante un auténtico paraíso de arena, agua y aves.

 

 

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