O Faramello, el Balmoral gallego

Los caminos interiores de los jardines del Pazo do Faramello transportan al visitante al tiempo de cambio entre los siglos XIX y XX, a veladas galantes a la sombra de camelias y ciruelos japoneses, a las fiestas de la alta sociedad, y no solo de la compostelana. Sin embargo, a pesar de ser conocido como el Balmoral del Sar por haber servido de residencia de verano del rey Alfonso XIII, este imponente edificio a las afueras de Compostela es mucho más: fábrica pionera, cuna de artistas, refugio de rebeldes…

O Faramello es una pequeña parroquia perteneciente al municipio de Rois y situada a la sombra de la colina que hace dos mil años albergó el Castro Lupario, hogar de la mítica Reina Lupa. El edificio se yergue a lo lado del Camino Portugués a Santiago y sobre las aguas del pequeño río Tinto. Fue precisamente la fuerza de este río lo que trajo en el siglo XVIII a la zona al genovés Marqués de Piombino, que instaló aquí la que pasa por ser la primera factoría de papel de Galicia. La Real Fábrica de Papel de O Faramello nacía en 1710; buena parte de las construcciones que formaron parte de ella, los canales, el lugar que ocupaban los molinos donde se batían los trapos para hacer pasta, aún son bien identificables hoy, incluso los que fueron ocupados posteriormente por el jardín.

En la parte superior de la finca se comenzó a construir lo que hoy es el pazo, en estilo barroco y sabor plenamente compostelano. Cuenta con más de 2.000 metros cuadrados construidos, miradores y capilla, y está perfectamente integrado en un terreno muy escarpado. Mientras funcionó la factoría, era el centro de una pequeña comunidad dedicada plenamente a la producción de papel. En ella nació José Gambino, que llegaría a ser uno de los escultores más afamados de la época, autor entre otras obras del Santiago sobre caballo blanco que se puede ver en el interior de la Catedral compostelana. La pequeña iglesia del pazo cuenta con un retablo obra de este artista.

Durante la invasión napoleónica de inicios del XIX, el pazo fue centro de conspiraciones antifrancesas y allí se imprimieron pasquines contra Bonaparte que probablemente estén entre los primeros documentos escritos en gallego después de la Edad Media. De esa época data uno de los privilegios más curiosos que ostenta el llamado Señor do Faramello, que puede entrar en la Catedral santiaguesa montado a caballo, prerrogativa que, con buen criterio, nunca ha sido ejercida.

Cuando la producción papelera dejó de ser rentable, el Pazo do Faramello se transformó en residencia elegante. Por él pasaron nobles, burgueses y escritores, entre ellos el citado Alfonso XIII, que veraneó aquí en varias ocasiones, o el infante Luis de Baviera. Es fácil imaginarlos paseando por los jardines o junto al río Tinto, gozando de un rincón fantástico con una biodiversidad especial.

En la actualidad, el Pazo do Faramello puede conocerse con cita previa. Además de visitas para recordar la historia del inmueble, los propietarios han promovido la plantación, en la parte exterior del edificio, de un bosque de la memoria en el que se recuerda a las víctimas del accidente de tren ocurrido en Angrois en 2013. Además, en la ladera del monte opuesta al pazo se está  realizando un proyecto de restauración del ecosistema mediante el cual se sustituyen las especies alóctonas, como el eucalipto, por otras propias de Galicia.

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