Monforte preserva su pasado ferroviario en el MUFERGA

Solo hay que echar un vistazo a la extensa playa de vías de la estación para constatar que Monforte ha sido y sigue siendo uno de los nudos ferroviarios más importantes de Galicia. El tren se vinculó para siempre a esta villa, noble y medieval, a finales del siglo XIX. Ahora, la capital de la Terra de Lemos conserva con orgullo su pasado en el Museo do Ferrocarril de Galicia (MUFERGA), una visita indispensable para conocer la historia de la localidad y un lugar que gustará a los viajeros más pequeños.

Tras varios decenios de obras para superar los montes del este gallego, en el verano de 1883 se comunicaron definitivamente las líneas férreas existentes en Galicia con las de la Meseta Central. La llegada del trazado a Monforte y la inauguración de la vía, a cargo del rey Alfonso XII, supuso la comunicación de los puertos de A Coruña y Vigo con el resto de la Península. Era en Monforte donde se daba servicio a la línea principal, procedente de Madrid, y el enorme progreso que trajo el tren a la localidad le valió el título de ciudad. En torno a la estación se generó un importante núcleo industrial y de talleres de reparación ferroviaria, hasta que, ya mediado el siglo XX, el cambio de tecnologías trajo el declive. Monforte, especializada en máquinas de vapor, perdió buena parte de sus privilegios como nudo de comunicaciones, aunque sigue siendo una de las estaciones más importantes de Galicia.

En uno de aquellos edificios en los que se reparaban las máquinas de vapor se sitúa hoy el MUFERGA. En su interior se conserva material ferroviario del siglo XX. Una de las locomotoras más apreciadas es la Mikado, construida en el Reino Unido en 1953 y empleada hasta 1975 en diversas líneas de toda España. Funcionaba a vapor, y la generalización del gasoil la relegó a tren turístico. Muy cerca se puede apreciar una de las primeras locomotoras diésel en entrar en servicio, una Alco 1812 canadiense, o una 7700 británica de los años cincuenta.

También se puede contemplar el lujo de vagones como el de un coche salón ZZ1, construido en madera en el País Vasco en los años 20 del siglo pasado con todos los adelantos de la época. Un paseo por la nave permite conocer, además, cómo eran los centros de mando ferroviarios hace setenta años a través de maquinaria original y maquetas.

Dentro del recinto pero a aproximadamente un kilómetro de distancia se encuentra la auténtica joya del MUFERGA: la rotonda de cuarenta vías en la que, gracias a un puente giratorio, los trenes podían cambiar el sentido de la marcha o introducirse en hangares para su reparación. Es un edificio de enorme importancia histórica, pues en toda Europa se conservan muy pocas con estas características. Se puede visitar únicamente con las visitas guiadas, que hay que concertar previamente con el Museo, y su aspecto, como recién salido de una serie de dibujos animados, la hace inolvidable para los más pequeños.

También gozarán los niños con el tren en miniatura que recorre todas las instalaciones del MUFERGA. La pequeña vía atraviesa túneles, cambios de agujas e incluso una estación a escala haciendo a los chavales protagonistas de una historia puramente monfortina.

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