Ferias, Fiestas y Romerías de Origen Ancestral

Romaria do Santo Cristo, Fisterra, Galicia
Romaria do Santo Cristo, Fisterra, Galicia
Romaria do Santo Cristo, Fisterra, Galicia

El escenario elegido para estas celebraciones era la encrucijada como punto de encuentro que, posteriormente, fue campo de romería y de feria. Espacios en los que no falta esa bandera popular, oración en piedra que es el cruceiro, o un altar de piedra con cepillo para recoger limosnas, el “peto de ánimas”, recuerdo a los antepasados. Campos de romería que pueden ser bosques, carballeiras, mirando al mar, en las riberas de un río o ante esas gigantescas piedras o fuentes consideradas “milagrosas” que fueron veneradas desde siempre. Espacios presididos por el templo, el santuario en el que se venera una ancestral imagen que recibe las ofrendas de los devotos. Montes con amplios horizontes, como en tierras de Chantada O Faro, en las pontevedresas de A Guarda o Tegra, en tierras compostelanas O Pico Sacro, o en O Viso en las ourensanas de Lobios, por decir algunos.

Espacios en los que no falta la necesaria fuente de aguas que los paisanos dicen sanadoras, como en tierras coruñesas la Fonte do Rial en las inmediaciones del Santuario de Santo Ourente de Entíns en Serra de Outes; en Cedeira, San Andrés de Teixido, ” ó que vai de morto o que non foi de vivo”, y en ascesis en forma de reptil según las tradiciones; en Arteixo, Pastoriza; en Pontevedra y en el ayuntamiento de A Cañiza, el Santuario de A Franqueira, Los Milagros de Amil en tierras pontevedresas de Moraña, Nosa Señora da Lanzada en Sanxenxo, O Corpiño en Lalín; en Lugo y en Outeiro de Rei, el campo de Santa Isabel en las riberas del Miño, en Ourense, el Santuario de Os Milagros de Maceda… Espacios exteriores rodeados de leyendas, de apariciones, de curaciones y en los que se siente el panteísmo, ese animismo por el que se anima lo inanimado y que caracteriza a Galicia y a los gallegos. En estos lugares es donde mejor suenan las gaitas o la pandeirada. En las fiestas tradicionales los “mordomos”, representantes del grupo, pasaban de casa en casa para recoger algún regalo que colgaban del “ramo”, generalmente de laurel y que posteriormente subastaban. En la actualidad los sistemas de organización varían, las comisiones velan para que en la fiesta estén representados todos los intereses, para que el núcleo se vista con las mayores galas. Que no falte la música y la fiesta sirva para encuentro de bandas, corales, grupos folclóricos, orquestas… Banderas, luces de colores son imprescindibles. Y en esa frontera en la que muere y nace otro día, el consabido “folión” o sesión de pirotecnia. El “folión” de la víspera de la celebración del día del Apóstol, en Compostela, es representativo de esa misma preocupación festiva que mueve a muchas villas de Galicia.

Toda fiesta o romería tiene en Galicia algo de feria. Es el día de encuentro en el que no faltan a la venta los mejores productos artesanales que caracterizan a Galicia, sumándose otras mercancías llegadas desde los puntos más remotos. Reina la confraternidad. Entrando el otoño, las fiestas o ferias lucenses de San Froilán o San Lucas de Mondoñedo tienen esa significación de despedida de un tiempo, en este caso del verano, y la consiguiente preparación para el tiempo gris y corto del invierno.

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