Los bosques son una de las señas de identidad de Galicia. Llenan de color y vida nuestros paisajes y se convierten en destinos cada vez más buscados por aquellos que quieren disfrutar de los espacios naturales. Multitud de lugares para el relax, el senderismo y la contemplación de la flora y la fauna nos aguardan por toda la comunidad dispuestos a sorprendernos con su naturaleza desbordante. A continuación te presentamos una selección de bosques que te cautivarán.
Fragas do Eume
As Pontes, Pontedeume, Cabanas, A Capela y Monfero
El cauce del río Eume y los bosques que lo rodean trazan al entrar en la provincia de A Coruña en dirección a su desembocadura un espacio de un valor paisajístico y natural sin igual. Las Fragas do Eume, declaradas parque natural en el año 1997, constituyen uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa y ofrecen al visitante multitud de atractivos. Sus robles, castaños, abedules, avellanos, alisos y demás especies arbóreas combinadas con las aguas del Eume componen postales de gran belleza en las que los aficionados a la botánica podrán buscar también las más de 20 variedades de helechos y 200 de líquenes que allí crecen. Lugar ideal para paseos a pie, en bicicleta e, incluso, en kayak, las Fragas do Eume guardan también joyas de nuestro patrimonio, como el monasterio de Caaveiro.
Fraga de Catasós
Lalín
Declarado monumento natural hace dos décadas, este bosque de robles y castaños destaca por el tamaño de sus ejemplares, que en algunos casos alcanzan los 30 metros de altura y 5 de perímetro. Fueron plantados a comienzos del siglo XIX por los propietarios del Pazo de Quiroga, situado en las inmediaciones y motivo por el que el lugar es conocido también como Fraga, Carballeira o Souto de Quiroga. Ocupa una superficie total de algo más de 45.000 metros cuadrados y es posible recorrerla por un sendero circular de algo más de un kilómetro de longitud señalizado con paneles interpretativos.
Souto da Retorta
Viveiro
La necesidad de luchar contra las inundaciones del río Landro drenando algunos terrenos circundantes fue lo que propició la plantación de los primeros eucaliptos en la parroquia viveirense de Chavín en 1860. Uno de ellos, conocido en la actualidad como el Abuelo de Chavín presume de ser el árbol más alto de la comunidad gracias a sus más de 60 metros de altura y ha sido incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia. Además, el souto en su conjunto, formado por más de 600 ejemplares y que abarca un área de algo más de 3 hectáreas goza de la consideración de monumento natural.
Souto de Rozavales
Manzaneda
Este bosque de castaños situado en las tierras ourensanas de Manzaneda es citado habitualmente como un ejemplo del equilibrio entre el aprovechamiento agrícola y el respeto a la naturaleza. Las castañas de los árboles que allí se pueden ver han sido recolectadas desde hace siglos y algunos de esos ejemplares alcanzan dimensiones sorprendentes. El Castaño de Pumbariños (incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia) supera los 12 metros de perímetro y constituye uno de los principales reclamos turísticos naturales del municipio. El Souto de Rozavales también fue declarado monumento natural.
Fraga da Marronda
Baleira
Las hayas más occidentales del sur de Europa crecen entre robles, castaños, acebos y otros árboles en este bosque ancestral autóctono que se extiende por una superficie de 600 hectáreas en las zonas montañosas del municipio lucense de Baleira. Una ruta de 20 kilómetros de longitud, que parte del área recreativa de A Cortevella, permite disfrutar en toda su plenitud del lugar visitando parajes como el nacimiento del río Eo, atravesando antiguos puentes y contemplando viejos molinos.
Devesa de Rogueira
Folgoso do Courel
El corazón del Geoparque Montañas do Courel guarda infinidad de tesoros naturales. Uno de los más destacados se encuentra en el municipio de Folgoso do Courel y consiste en un bosque primario de gran diversidad. Situada en la parroquia de Seoane, la Devesa de Rogueira abarca un área de 3 kilómetros cuadrados de bosque situado en escarpadas laderas y que sirve de hábitat a un gran número de especies animales diferentes, como corzos, martas, gatos monteses, lirones, garduñas, además de las especies endémicas que viven en las aguas de sus riachuelos. Un aula de la naturaleza, situada en la aldea de Moreda, sirve de punta de entrada a este bosque y a la ruta que lo recorre.
Teixadal de Casaio
Carballeda de Valdeorras
A los pies de las cumbres más altas de Galicia, las montañas de Pena Trevinca, se encuentra otro de nuestros bosques más singulares. El Teixadal de Casaio constituye el conjunto de tejos más importante de Europa al agrupar a tres centenares de estos árboles. Su situación, en una ladera de difícil acceso ha contribuido a su conservación y aunque existen varias rutas que llegan hasta allí, se trata de recorridos de dificultad alta. Se recomienda disponer de los servicios de un guía y estar preparado para caminar durante 9 horas por un trazado sinuoso que llega a superar los 1.800 metros de altitud antes de descender hacia el tesoro vegetal de Casaio.
Bidueiral de Montederramo
Montederramo
Los abedules que le dan nombre convierten este espacio situado entre la Ribeira Sacra y el Macizo Central Ourensano, en las laderas de la Sierra de San Mamede y en plena Red Natura, en un lugar especial puesto que se trata de uno de los mejores ejemplos de vegetación eurosiberiana del norte de la Península. Robles y acebos se dejan ver también en el Bidueiral de Montederramo (o de Gabín), un lugar que además de por el paisaje y sus valores naturales, es conocido por ser el escenario de algunos de los crímenes cometidos por Manuel Blanco Romasanta a mediados del siglo XIX, quien aseguró ser un hombre lobo que no podía controlar sus impulsos y cuya figura se relaciona también con personajes de leyenda como el Sacamantecas y el hombre del saco.
Bosque de laureles de Cortegada
Vilagarcía de Arousa
Los bosques crecen también en el Parque Nacional das Illas Atlánticas de Galicia. El más singular de todos ellos es el que se puede ver en la isla de Cortegada, un lugar que atesora una larga historia, tal como demuestran las construcciones allí presentes, pero que destaca especialmente por su bosque de laureles. Pasear entre estos árboles, algunos de los cuales alcanzan 13 metros de altura, de propiedades gastronómicas y curativas es una de las experiencias por las que vale la pena embarcarse y surcar las aguas de la ría de Arousa hasta llegar a este destino tan próximo y a la vez tan lejano de los paisajes de tierra firme.
Bosque da Fervenza
O Corgo
Las aguas del Miño alimentan, y en ocasiones inundan, este bosque autóctono situado en el curso alto del considerado como padre de todos los ríos gallegos. En un paisaje dibujado por lagunas, islas fluviales y charcas se alzan robles centenarios y grandes alisos, además de fresnos y sauces, formando uno de los bosques de inundación más importantes de la Península y que está incluido en la Reserva de la Biosfera Terras do Miño. Un viejo molino, la presa construida para alimentarlo y el pequeño salto que forma el Miño dando nombre al lugar son otros atractivos de este espacio ideal para pasear y relajarse, cuando las aguas lo permiten.
Fraga de Cecebre
Cambre
Aunque sus dimensiones son más reducidas que cuando Wenceslao Fernández Flórez buscó allí la inspiración para escribir su novela más famosa, “El Bosque Animado”, la Fraga de Cecebre sigue siendo un lugar lleno de magia. A orillas del río Mero o del embalse de Cecebre, la naturaleza nos regala paisajes sorprendentes a quienes se dirigen hasta allí tras los pasos de los personajes del escritor. Allí se alza también Villa Florentina, la casa donde vivió Fernández Flórez y que en la actualidad acoge la fundación que lleva su nombre.
Fraga de San Xoán de Río
San Xoán de Río
El curso del río Navea, afluente del Bibei y este a su vez del Sil, ha dado forma a un espacio de gran valor, como prueba el hecho de haber sido declarado Paisaje Protegido. A su paso por tierras del municipio de San Xoán de Río se encuentra un bosque singular conocido popularmente como A Fraga en el que se pueden encontrar numerosos robles, así como otros parientes arbóreos de estos, los rebollos, que propician que el lugar reciba también el nombre de As Reboleiras do Navea. El lugar de Mouruás es el punto de partida de una ruta circular de 6,8 kilómetros que se acerca también hasta una aula de la naturaleza.