Galicia es tierra de leyendas que en muchas ocasiones se mezclan con la realidad. ¿Has oído hablar alguna vez de Pepa A Loba? ¿Conoces su historia? ¿Es cierto todo lo que se cuenta de ella o se ha convertido en una leyenda?
Este personaje de finales del siglo XIX ha sido protagonista de gran variedad de libros gallegos. Carlos Reigosa, Aurelio Miras Azor, Concepción Arenal e incluso Vicente Risco escribieron sobre ella dando más veracidad a sus historias.
Se dice que Pepiña, como la llamaban de pequeña, nació en el norte de Pontevedra. Con una infancia complicada por la muerte de su madre, a los 12 años pasó a ser Pepa A Pastora, llevando el rebaño de ovejas de su tía a pastar a los montes.
Hay quien cuenta que fue ahí de dónde salió su nombre, cuando un día tuvo que enfrentarse a un feroz lobo, junto con su perro, para salvaguardar las ovejas que siempre sacaba a pastar. Con valentía le dio muerte y, a partir de ese momento, se hizo llamar Pepa A Loba. Otras teorías afirman que su apodo le viene por la Serra da Loba, montes por los que se supone que deambuló.
Pero la parte más cruenta de su historia surge cuando es acusada falsamente de matar a su tío, e ingresa en prisión. Es desde la cárcel desde donde Concepción Arenal mantiene una conversación con ella y queda constancia de la existencia real de Pepa.
Al salir de prisión mata a quien le había tendido la trampa para meterla entre rejas y empieza la leyenda.
La Pepa vengadora, capaz de matar a cualquier hombre que cometiese un crimen, robo o asalto. La bandolera que actuó por toda Galicia: en O Courel, Mondoñedo, Ribadeo, Ourense, Ferrol, Vilalba… Tantos lugares que incluso empezó a surgir el rumor de que había varias Pepas A Loba y que ella capitaneaba a una banda de mujeres que se hizo famosa por la crueldad en sus venganzas. Se creó así una especie de corriente feminista de la que surgió el siguiente dicho: “Home morto non fala” (Hombre muerto no habla). Y las mujeres ayudaron a que la leyenda creciese contando sus hazañas.
Tan significativa fue su trayectoria que hasta se le dedicaron cantares populares como este que dice:
“Aún recuerdan los más viejos
de Pepa la Loba andanzas
por Germade y por Cospeito
por Muras y Santaballa.
Cometió robos y crímenes,
vivió en el monte escondida
hasta que un día quedó
su banda disminuida.
Pepa vivió con un hombre
que por marido trataba
en una casa en Roupar
que está cerca de Villalba.
Allí moriría un día
en la abejera instalada
viuda y cuidando a un hijo
y no se supo más nada”.
Y es que en Xermade es donde tenía su posada. En pleno Camiño Real da Carba entre Mondoñedo y Ferrol. En ella daba servicio a los viajeros y comerciantes con comida y alojamiento, y entre tanto seguía con sus hazañas como bandolera.
Aquí se retiró tras su embarazo y se dedicó a la familia, hasta que murió su marido y volvió a salir a los caminos.
La posada de Pepa A Loba, aún en pie y en la que se aprecian las troneras defensivas, guarda entre sus muros muchos secretos e historias que jamás descubriremos, ¿o sí?