Su imponente silueta, visible desde varios kilómetros de distancia es la primera señal para el visitante de que se acerca a un lugar fuera de lo común. Su ubicación en una colina desde la que domina todo el valle, con el cauce del río Támega a sus pies y en un importante cruce de caminos secular cercano a la frontera con Portugal no es casual, sino que refleja la importancia estratégica que la fortaleza de Monterrei ha jugado a lo largo de la historia. De hecho, ya en las Cortes de Zamora del año 1301 se hace referencia a la localidad como “la llave del reino de Galicia”, algo que se manifiesta en la actualidad en el hecho de que sea citada habitualmente como “la mayor acrópolis de Galicia”. Más que una fortaleza, el recinto de Monterrei constituye una pequeña ciudad que se fue transformando con el pasar de los siglos hasta adquirir su espectacular aspecto actual.
Los orígenes del castillo, el primero de los monumentos construidos en el lugar, se remontan al siglo XII, época en la que fue mandado edificar por Alfonso Henríquez, nieto del rey Alfonso VI. Desde entonces las dimensiones y la importancia del recinto no dejarían de crecer convirtiéndose además en escenario de diversos episodios históricos. Allí se estableció durante varias semanas del año 1366 el rey Pedro I El Cruel para reunirse con sus aliados y preparar la estrategia en el enfrentamiento por el trono que mantenía con su hermanastro Enrique de Trastámara. Y allí fue también donde el rey Felipe El Hermoso se alojó en el año 1506 para planificar sus primeros pasos en el trono.
Solo unos pocos años antes de la visita de Felipe El Hermoso, a finales del siglo XV fue instalada en el castillo una de las primeras imprentas de Galicia y de ella salió en 1494 el “Missale Auriense”, considerado como uno de los primeros incunables gallegos y que en la actualidad se conserva en el Archivo Diocesano de la Catedral de Ourense. Asimismo, cabe suponer que el escritor Tirso de Molina, seudónimo literario del fraile Gabriel Téllez, visitó el castillo de Monterrei a comienzos del siglo XVI y lo utilizó como fuente de inspiración para su obra “La gallega Mari-Hernández” (1611) puesto que parte de su argumento se desarrolla en dicha fortaleza.
Al castillo original se le fueron sumando otras edificaciones como la Torre de las Damas, de finales del siglo XIII o comienzos del XIV, y la Torre del Homenaje, construida por el primer conde de Monterrei, Sancho Sánchez de Ulloa, en tiempos de los Reyes Católicos. Con sus más de 20 metros de altura y sus anchos muros, la Torre del Homenaje es uno de los elementos más visibles de todo el complejo. En el dintel de su puerta se establece el año 1482 como fecha de finalización. En los siglos posteriores se le añadió en su parte superior una espadaña, hoy en día desaparecida.
El hospital de peregrinos edificado a finales del siglo XIV y reconstruido posteriormente aunque conservando su entrada gótica prueba la importancia que Monterrei ha desempeñado como lugar de paso para quienes se dirigían a Santiago de Compostela por la Vía de la Plata. La iglesia de Santa María, de los siglos XIV o XV con añadidos del XVII forma también parte del conjunto. Pero el otro gran elemento central del recinto es el Palacio de los Condes, construido entre los siglos XVI y XVII y en el que destacan sus galerías de arcos adornadas con escudos de armas. Hoy en día acoge junto con la antigua casa rectoral las instalaciones del Parador Castillo de Monterrei.
En la Edad Moderna, todo el recinto fue reforzado con la construcción de dos espacios abaluartados que se sumaban a la primera estructura inicial ampliando de forma notable la superficie del conjunto para dar cabida en su interior a los conventos de los franciscanos y los jesuitas. Durante los siglos XVII y XVIII también se modernizaron sus defensas con motivo de los conflictos con Portugal y de la Guerra de Sucesión española. Dichos refuerzos, las dimensiones del recinto y su posición estratégica serían posiblemente algunos de los motivos que llevaron al Marqués de La Romana a establecer allí temporalmente su cuartel general durante la Guerra de la Independencia en el año 1809.
Declarada monumento nacional en el año 1931 y convertida en la actualidad en un importante polo de atracción turístico, la fortaleza de Monterrei mantiene intacta su capacidad para asombrar a los visitantes y hacerlos viajar a ese pasado lleno de historias.