La Virgen del Cristal es una minúscula pieza de arte llena de misterio y muy ligada a las tradiciones de la comarca de Celanova. Mide apenas dos centímetros y está colocada dentro de una pieza de cristal macizo. Este vidrio hace el efecto de una lupa, lo que permite que se pueda apreciar lo que hay en el interior: una talla en la que por cada lado se ve una efigie de la Virgen, realizada con asombroso detalle.
Cuenta la tradición que fue encontrada en Vilanova dos Infantes hace más de cuatro siglos por un pastor y que, por el cuidado con que está realizada y el hecho de que se encuentra dentro de un bloque sólido de cristal, es obra de poderes sobrenaturales. Su historia tuvo hace unos años un giro trágico, cuando fue robada del Santuario en un asalto en el que falleció el párroco. De momento, la pieza no ha aparecido. En la actualidad, a la espera de que se recupere la original, el templo conserva una réplica.
La fama de la Virgen del Cristal, ya grande en la zona de Celanova, creció considerablemente en el siglo XIX gracias al genio poético de Manuel Curros Enríquez. Poeta clave en el resurgir de las letras gallegas, Curros redactó en 1877 una larga composición de más de mil versos, que narra una historia de amor en la que la Virgen intercede entre dos enamorados, Martiño y Rosa, para reponer el honor de esta última, calumniada por otro pretendiente. Es un poema de fuerte huella romántica, del que es muy recordado su comienzo: “Rapazas de Vilanova / ben vos podedes gabar / que non hai Virxe no mundo / coma a Virxe do Cristal”.
Más allá del misterio de cómo se elaboró la efigie (un secreto técnico que no ha podido ser reproducido con tecnologías actuales), a la imagen se le atribuyen varios milagros. La pequeña efigie (ahora su réplica) se guarda en un santuario barroco de espigada figura. Cada 15 de septiembre los vecinos de la comarca se reúnen para celebrar una romería en honor de la Virgen del Cristal, en un cuidado espacio que es sólo uno de los muchos atractivos de Vilanova dos Infantes.
La pequeña localidad, perteneciente al Concello de Celanova, conserva su forma medieval original, con estrechas rúas empedradas, una deliciosa plaza con fuente y, en lo alto, la majestuosa torre, con orígenes en el siglo X. Derribada en la Revuelta Irmandiña del siglo XV, fue reedificada y en la actualidad se conserva la torre del homenaje, sólidamente encajada en la roca granítica y de 19 metros de altura. Fue uno de los elementos defensivos clave en las disputas medievales entre las monarquías española y portuguesa.
Si se desea viajar un poco más allá en el pasado de la localidad merece la pena desplazarse unos pocos kilómetros al oeste para visitar el yacimiento castrexo de Castromao, desde el que se puede obtener una fabulosa vista del valle del Arnoia y las sierras circundantes. El antiguo castro está parcialmente reconstruido, lo que permite percibir cómo era la vida en estas pequeñas localidades durante la Edad de Bronce. Y, por supuesto, siempre es necesario acercarse a la capital municipal para conocer su interesante centro histórico, presidido por el monumental monasterio barroco de San Salvador.