Con tanto río en Galicia, hay muchísimos molinos de agua. De algunos solo quedan unas cuantas piedras, pero otros se conservan en buen estado, y algunos incluso son restaurados.
Parece que fueron los monasterios los que trajeron tanto molino. La construcción tenía sus mecanismos un tanto complicados, así que no todo el mundo tenía molino, más allá de monjes y gente adinerada. Generalmente se usaban los “muiños de herdeiros” (molinos de herederos), que eran compartidos por varias familias a lo largo generaciones. Estos son pequeños y se encuentran a la orilla de ríos pequeños. También estaban las maquías, en las que el propietario trabajaba a cambio de una parte de la molienda, que es lo que se llama “maquía”. Dejando a un lado su valor etnográfico, la localización de estas construcciones nos da un motivo perfecto para conocer nuestra naturaleza.
Hay muchos senderos y rutas que nos llevan a los molinos de la orilla de los ríos. Por ejemplo, si empezamos por las Rías Baixas, tenemos varias paradas obligadas, como los Muíños do Folón e do Picón. En esta pequeña ruta circular, en el municipio de O Rosal, entre Martín y Fornelos, tenemos que subir por ladera del monte Campo do Couto, donde están los molinos del río Picón, y bajar por otra ladera, donde están los del Folón. Los molinos, escalonados en el monte de una manera particular, son de los siglos XVII y XVIII, y están restaurados. El valor añadido de la excursión son las vistas desde arriba de la desembocadura del Miño, O Val do Rosal, el monte de Santa Trega y Portugal.
Si avanzamos hacia el norte, llegando a la comarca de O Salnés, tenemos otra parada en A Ruta da Pedra e da Auga, que va por la orilla del Armenteira, en Meis y Ribadumia. Comienza en el monasterio de Armenteira y sigue el camino del río, lleno de molinos más o menos restaurados, con muchos saltos de auga. En el grupo de molinos de Serén destaca la recreación de una aldea labriega; después, llegamos a los molinos de Barrantes. La ruta es lineal y mide 6,5 km.
Ya que andamos por el norte de la provincia de Pontevedra, subimos un poco y ya estamos en A Coruña, donde también hay molinos, claro. Un buen destino, por ejemplo, es la Ruta da auga de Zas, en la parroquia de A Gándara, en Zas. Además de ser conocida por las cascadas, tiene hasta 17 muíños que aprovechaban la fuerza del río. El camino nos lleva por senderos de ribera, entre robles, alisos, hórreos, incluso hay colmenas, un batán, un castro… El recorrido, circular, comienza y termina en A Ponte do Sisto.
Hacia el noroeste, en el municipio de Vimianzo, nos esperan los Batáns e muíños do Mosquetín. Los batanes se usaban para tratar los tejidos, sobre todo de lana, y para eso también aprovechaban la fuerza del agua. Hoy, el conjunto etnográfico, que cuenta con siete molinos, se puede visitar, e incluso podemos observar su funcionamiento.
Si saltamos a la provincia de Lugo, tenemos que parar en la Ruta da Auga de Guitiriz, que enlaza el Camino Norte de Santiago con las tres fuentes medicinales del municipio: la de Valdovín, la de San Xoán y la de Santo Domingo. Además de tener estas buenas aguas, puente romano, crucero… hay muchos molinos, en un recorrido de casi 20 km.
Más al sur, en A Ribeira Sacra, también se sabe aprovechar la pendiente que lleva el agua. A la orilla del Regato Xábrega, en Sober, los Muíños dos Chancís suman 28, algunos de ellos recuperados. La ruta es corta, pero tiene mucha barandilla y mirador para disfrutar del paisaje.
En la provincia de Ourense, tierra de termas, también hay mucho molino de agua. Un ejemplo de ruta corta pero con mucho encanto es la de los Muíños de Castro Caldelas. No llega a los 5 km ida y vuelta. En el molino de Labeco, que está restaurado y se puede visitar, empieza la senda fluvial del río Edo. Es una zona llena de árboles autóctonos y rocas graníticas. También están aquí los molinos de A Costa do Vao. La ruta acaba en el área recreativa de A Ponte das Táboas.
Para terminar, en la comarca de O Ribeiro nos espera la Ruta dos muíños de Carballeda de Avia. Es una ruta circular de senderos conectados que pasa por A Veronza y As Fermosas, el punto más alto. Después, va hacia Vilar de Couso y Vilariño, y vuelve a Carballeda de Avia. En el trayecto, de 7,2 km, pasamos por los molinos y el área recreativa de A Veronza, el molino de Trigás y el de As Fermosas. El paisaje es totalmente de fantasía, con grandes rocas graníticas por el medio, algunas todas verdes de musgo.