Cuando hablamos de la Serra dos Ancares es imposible no hacer una mención especial de sus pallozas. ¿Sabes a qué nos referimos? Son antiguas construcciones de la zona en las que, a pesar de su reducido tamaño, se refugiaban tanto el ganado como sus propios dueños.
Fueron concebidas para sobrevivir al mal tiempo y al frío invierno de Os Ancares, de ahí que se compartiera estancia con el ganado. Tanto el calor del fuego como el que desprendían los animales, mantenían a una temperatura agradable toda la estancia.
Hablamos de construcciones ancestrales de planta -en un inicio- circular, que fueron evolucionando a las de planta oval y rectangular, probablemente para adaptarse mejor a los desniveles del terreno. Con todo, estos desniveles del suelo, se aprovechaban para hacer divisiones en la vivienda o incluso para la salida de aguas residuales.
En cuanto a los detalles de construcción, los muros de piedra apenas contaban con ventanas. Una o dos eran suficientes para mantener una ventilación adecuada. De la misma manera, el techo, de paja de centeno, permitía que se filtraran los humos de la ‘lareira’ entre las pajas y la estructura de madera que lo sostiene.
Justo esta parte de la vivienda, es la más frágil. Y aunque la paja no supera los 50 centímetros de espesor, la forma cónica o piramidal de este, facilitan que la lluvia y la nieve no se acumulen sobre el tejado. Evitando así, posibles derrumbes.
Hoy en día, todavía quedan algunas pallozas en diferentes aldeas de Os Ancares. Los conjuntos más importantes los encontramos en Piornedo, O Cebreiro o Vilarello, entre otros. En concreto, en la aldea de Piornedo podemos disfrutar de una visita guiada por sus pallozas museo. Situada a más de 1.000 metros de altitud, esta aldea ancaresa aguarda catorce pallozas de piedra y techumbre vegetal que trasladan a los visitantes a otra época.
En definitiva, no hay lugar a dudas de que las pallozas son una muestra de arquitectura tradicional que debe perdurar en el tiempo. Son el ejemplo de un estilo de vida caracterizado por el aislamiento y la dureza, y aunque poco tiene que ver con la forma de vida actual, son un claro símbolo de la Galicia más rural.
Acércate a la Serra dos Ancares y no pierdas la oportunidad de verlas de cerca. ¡Es un planazo!