El volframio fue y sigue siendo un mineral muy apreciado en diversas aplicaciones industriales, desde los hilos incandescentes que hacen alumbrar a las bombillas a su empleo para endurecer las aleaciones del acero. Fue quizá este último uso el que hizo famoso a este material, puesto que durante los años de la Segunda Guerra Mundial los dos bandos en conflicto, el de los nazis alemanes y el de los aliados británicos y franceses, pelearon por hacerse con los principales yacimientos europeos. Siendo Galicia una tierra bastante rica en volframio, no es extraño que fuese escenario de una lucha soterrada y propia de película de espías durante la época, de la que quedan como testimonio minas como la de San Fins, en Lousame (A Coruña).
En esta zona del interior de la sierra del Barbanza se explotaron durante buena parte del siglo XX filones tanto de volframio como de estaño. San Fins (escrito a veces “San Finx”) se encuentra en la parroquia de Vilacoba del municipio de Lousame, muy próximo a Noia. La mina la abrió en 1884 una familia de origen británico, los Burbury, bajo la denominación empresarial de The San Finx Tin Mines Limited. Fue una de las primeras explotaciones de volframio de Europa y utilizaba tecnología punta para la época. Mucha de esta maquinaria aún se puede contemplar hoy en el edificio que acoge el Museo, construido originariamente en los años 20 del siglo pasado por otra empresa inglesa, The Phoenicia Tin Mines, para albergar los compresores que inyectaban aire comprimido en el interior del pozo.
Porque el avance industrial de esta mina fue, en buena parte, cosa de británicos. Para potenciar la productividad, otra sociedad, The Vilacoba Hidropower Company, edificó muy cerca una pequeña central eléctrica que daba servicio al complejo. Su momento de mayor esplendor se dio en los años treinta, momento en el que ya funcionaban el llamado Pozo Nuevo y una planta de lavado y refino de mineral. El producto se llevaba posteriormente hacia la costa para embarcarlo en Carril hasta su destino internacional. Como es de suponer, en plena fiebre por el armamento los mercados británico y alemán eran los principales compradores.
La época de propiedad británica se acabaría con la Segunda Guerra Mundial y la entrada en la factoría de la española Industrias Gallegas. El período de prosperidad industrial asociado a la mina dejó en la comarca una honda huella, y también historias sobre estraperlo, robo de mineral y noches escarbando en el monte para conseguir unas pocas pintas del preciado elemento. En una época de grandes penurias económicas, dar con un depósito de volframio podía significar ganar en unas horas lo que se arrancaba de la tierra en muchos meses. La mina continuó activa hasta los noventa, cuando cerró, aunque en los últimos años ha vuelto a abrir con técnicas de extracción mucho más modernas: el estaño y el volframio siguen siendo materiales muy valiosos y raros en Europa, que compra en China la mayor parte de lo que necesita.
En la actualidad, los principales edificios han sido recuperados como centro de interpretación y las viviendas de los mineros se han convertido en un bonito bar y restaurante. Para asegurar la entrada, conviene llamar previamente al Concello de Lousame y consultar las condiciones de la visita, que normalmente se debe hacer en grupo.
Hoy estuve en el museo minero de San Fins. Me gustó y me parecio una historia interesante.
Gracias por tus palabras, Gema. Un saludo.
A finales de julio visitaremos la zona.
¿Que horario habrá en esas fechas?
Saludos