Entrar en una cueva es algo misterioso en sí, y más si nos adentramos en todos los cuentos de las cuevas gallegas. ¿Encontraremos una princesa encantada, un tesoro de los mouros (seres míticos gallegos), un dragón?… Lo que tenemos asegurado es una buena dosis de la riqueza natural de nuestra tierra.
No todas son de libre acceso. Las más peligrosas exigen visita guiada, en la que se proporciona el equipo necesario (casco, linterna, etc.). En estas, normalmente solo pueden entrar mayores de 11 o 12 años.
Sin duda, la Cova do Rei Cintolo es la más famosa de Galicia. De hecho, es la gruta calcárea natural más grande que tenemos, que se sepa, claro. Fue reconocida como mejor cueva de Galicia por el Observer, prestigiosa agencia de turismo científico. La entrada está en la ladera oeste del monte Coto Redondo, en la parroquia de Argomoso, a 6 km de Mondoñedo. Tiene nada menos que 8 km de galerías, con tres pisos y lago interior en el sótano.
Tiene todo lo que ha de tener una buena caverna: estalactitas, estalagmitas, laberintos, murciélagos… y leyenda. Por lo visto, el rey de O Val de Brea, Cintolo, tenía una hija de la que se encaprichó un brujo, y claro, este hizo de las suyas… El castillo, el rey, la princesa, y lo demás que hubiera allí quedaron hundidos en una cueva y convertidos en piedras.
Entre abril y diciembre está abierta al público (mayor de 12 años, por motivos de seguridad). Solo se pueden realizar visitas guiadas, que se conciertan en la oficina de turismo de Mondoñedo.
También en la provincia de Lugo, hacia el sur, en el municipio de Triacastela, hay otra gran cueva: la Cova de Eirós, en la ladera norte del monte Penedo, en la sierra de Oribio. Tiene la particularidad de ser la única que conserva restos de pinturas y grabados rupestres. En la boca de la cueva está la mayor concentración de hallazgos arqueológicos. Después de unos metros se estrecha y da paso a una sala y dos galerías.
Debido al difícil acceso y al delicado estado de conservación de las pinturas, las visitas están restringidas a personal investigador o estudiantes. En 2019 fue reconocida BIC por la Xunta de Galicia. Las labores de excavación e investigación siguen haciendo descubrimientos sobre nuestro pasado.
Otra zona con mucha cueva es O Courel. Parece ser que hay hasta 33 cuevas naturales. Cada vez se van descubriendo más y explorando muchos metros hacia el interior de las montañas. De todas las que hay catalogadas, la más grande es A Buraca das Grellas, en Teixeira, de 3 km. Para visitar cualquiera de ellas hay que obtener un permiso de la Consellería de Medio Ambiente.
En A Pobra de Brollón, en Lugo, está a Cova das Choias. Para llegar a ella hay que caminar desde el área recreativa de Biduedo, entre castaños. En esta zona hay restos de herrerías que en su tiempo aprovechaban el hierro de la cueva y el carbón del bosque. Un poco más arriba, encontramos la entrada a la Cova das Choias, que se llama así por el pájaro (la choia es el grajo). También suele haber murciélagos de herradura. Pero la peculiaridad más destacable es la tapicería de musgo, de un verde vivísimo, conocido como musgo luminoso. La entrada tiene unos 30 m de altura, y las galerías son de más de 200 m. Se mezclan las naturales con las artificiales. Las visitas son restringidas para preservar la biodiversidad.
La sierra de A Cova da Serpe está entre las provincias de Lugo y A Coruña. En lo alto de A Pena do Rego de Egua, de 793 m, hay una gruta de rocas de esquistos. Tiene unos 12 m de largo, 4 de ancho y 2 de alto. La cueva es el límite entre los municipios de Guitiriz y Friol. La visita tiene un plus delante justo de la cueva: un mirador con vistas a Friol (y un parque eólico).
En el Pico Sacro, en el municipio de Boqueixón, en A Coruña, hay una cueva natural a la que llaman O Burato dos Mouros. Tiene dos entradas: una, por la calle de la Raíña Lupa (que no es una calle como tal, sino una brecha en la roca). Aquí, después de un pequeño tramo, desciende en forma de sima o pozo. La otra entrada es artificial y comunica directamente con el pozo. Es conocida como la contramina de Juan Antón. Por lo visto, un tal Juan Antón había hecho una mina para sacar los tesoros ocultos, y solo sacó piedras, el pobre.
Este es el único conjunto de cavidades naturales desarrolladas en cuarzo que se conoce en Galicia. La sima podría llegar a tener unos 120 m, pero está empequeñecida por piedras y objetos arrojados al fondo a lo largo del tiempo. La Federación Galega de Espeleoloxía y el ayuntamiento de Boqueixón organizan visitas guiadas.
Por cierto, en este monte hay mucha mitología: leyendas de mouros que esconden tesoros en las cavernas; de la Raíña Lupa, que dicen que tenía un castillo en la cima de la montaña; del traslado del Apóstol; de dragones; de serpientes…
También hay cuevas con vistas al mar. Entre Punta Ínsua y Punta do Cabalo, en el municipio de Viveiro, está la Cova da Doncela, que da a la playa de Abrela. Por el tamaño, hay que entrar a cuatro patas y, después de 15 m aproximadamente, llegamos a un gran hueco que da a una pared del acantilado. En su vertiente al mar, tenemos delante toda la ría de Viveiro.
Si nos coincide por allí un amanecer de San Juan, a lo mejor vemos a la doncella, pues es cuando baja de las rocas a darse un baño y a peinar su melena, con un peine de oro y brillantes, por supuesto.
Por último, en el Parque Natural de la Serra da Enciña da Lastra, en Ourense, se encuentran las “palas” o cuevas que forman la mayor red de cavidades subterráneas de Galicia y con una de las mayores colonias de murciélagos. Destacan la Cova da Zorra (600m) y hitos en la espeleología gallega como la pala de Xilberte, la pala do Pombo, la de Trasmonte o la pala de Tralapala.