El río Belelle es primo del Eume. Nace, como este, dentro de los límites del Parque Natural de las Fragas do Eume, pero su trayectoria hacia el nordeste hace que acabe desembocando en la ría de Ferrol, a la que da forma junto con otros cursos de agua como el río Grande de Xubia. Como el Eume, el Belelle recorre un terreno agreste y lleno de trampas: en uno de estos grandes desniveles es donde se sitúa su cascada.
La senda que llega hasta ella es fácil de recorrer para quien está mínimamente entrenado en el senderismo. Cuenta con algunas cuestas algo empinadas, pero suelen ser cortas. Hay que tener también cuidado, como en cualquier ruta que se haga por los montes de Galicia, de no tropezar en las raíces de los árboles, que a veces parecen estratégicamente situadas para hacerle caer a uno.
Para llegar al comienzo de la ruta teniendo como referencia la ciudad de Ferrol, hay que tomar la autopista AP-9 y salir, justo después de cruzar la ría, en dirección a Neda. Al pasar esta población, se toma la AC-862 hacia As Pontes y, apenas un kilómetro después, se gira a la derecha por la DP-5503 hasta encontrar la señalización hacia la cascada.
De camino al comienzo de la ruta se pasa junto al Pazo de Isabel II, un edificio singular por el trabajo que se llevaba a cabo en su interior. Siendo Ferrol la gran base naval del norte de España y uno de los principales puertos de pesca de la zona, en los siglos XVIII y XIX prosperaron las factorías dedicadas a abastecer a la flota. La que aquí se situaba elaboraba velas.
La fábrica se servía de la fuerza del agua del Belelle para mover las máquinas que ablandaban los tejidos de los que después se fabricarían las piezas de tela. Con la misma energía funcionaban los múltiples molinos que nos encontraremos caminando por la senda habilitada junto al río, testimonio de un tiempo en el que éstos eran fundamentales en la economía gallega.
Porque fuerza al río no le falta. La ruta, que se puede hacer en poco más de una hora, comienza junto a la central eléctrica que da energía a la ciudad de Ferrol. Andando aguas arriba se pueden contemplar varios saltos pequeños y se camina junto a un canal de piedra, pasos previos a la majestuosa cascada del Belelle, que aparece detrás de un giro del camino entre la vegetación de ribera. Cuenta con una caída de más de cuarenta metros; en temporada de poca lluvia la corriente se separa en dos caídas paralelas, pero cuando el lecho va cargado el espectáculo es magnífico, incluso turbador, pues el agua cae con una fuerza y un estruendo enormes. Al pie de la cascada se forman unas pozas naturales muy atractivas; hay que tener mucho cuidado si uno decide acercarse a ellas, pues las piedras resbalan bastante.
Durante la ruta iremos encontrando rincones en los que sentarnos a descansar y contemplar el paisaje. Incluso en uno de los caminos existe un pequeño mirador con un banco circular y
cubierto, de arquitectura muy curiosa, que proporciona buena vista sobre el estrecho río.
Desde el Pazo de Isabel II la ruta, de ida y vuelta, recorre siete kilómetros y medio, unos cuatro si comenzamos cuando finaliza la estrechísima carretera, al pie de la minicentral.