Es cierto que, yendo un poco más allá de los siempre injustos tópicos, a los gallegos se nos conoce en todo el mundo por ser un pueblo bastante intrépido. Sin embargo, pocos asocian Galicia a una actividad que, en cuanto se menciona, remite a los fríos entornos de Moby Dick o a los puertos más bravos del País Vasco: la caza de la ballena. Y, en cambio, docenas de personas se dedicaban a esta industria en la comunidad hace medio siglo. Algunos pueblos, fundamentalmente en la costa cantábrica, vivían de la pesca ballenera casi en exclusiva, y unos pocos conservan aún ahora el mismo aspecto que tenían entonces.
Es el caso de Rinlo, en el municipio de Ribadeo. Se trata de una pequeña localidad colgada en un entrante natural del mar, la ensenada de Areosa, ideal para cobijar las embarcaciones en días de mala mar, algo que en la zona está a la orden del día. Visitar el pueblo en invierno garantiza estampas inigualables del mar batiendo el murallón del puerto y saltando mucho más arriba de lo que llega cualquiera de las casas de la villa.
Entre la Edad Media y el siglo XVIII, de Rinlo salían expediciones para cazar ballenas, del mismo modo en que ocurría en pueblos cercanos como Foz, Burela, San Cibrao, Bares o, más allá y ya en el Atlántico, Malpica y Caión. Se trataba de una actividad muy peligrosa pero también muy lucrativa, puesto que el aceite de grasa de ballena era un producto difícil de conseguir y, en consecuencia, muy caro. La industria fue decayendo poco a poco en el XIX, para extinguirse definitivamente muy a comienzos del XX.
Las cetáreas tomaron entonces el relevo en Rinlo como principal forma de subsistencia. En 1904 se abrió una dedicada a la cría de centollo y langosta, aprovechando los continuos entrantes y salientes del mar en la cosa blanda de la Rasa Cantábrica. En torno a estas pequeñas factorías el pueblo prosperó, y el caserío se mantiene más o menos en el mismo estado en que estaba en aquel entonces. Las viviendas se encuentran mayoritariamente colgadas sobre la ladera este de la rada, mientras que las instalaciones portuarias están al oeste. Son casas grandes, de recias paredes, lo que denota la buena posición económica que alcanzaron sus propietarios gracias a los beneficios obtenidos del mar. La Cofradía de Pescadores local es, por cierto, una de las más antiguas de España.
En la actualidad, el pequeño puerto sigue funcionando, y complementa otra actividad económica que ha tomado fuerza con los años: el turismo. Sobre todo el gastronómico, pues cada fin de semana se reúnen en Rinlo docenas de personas que acuden a comer a los varios restaurantes que se encuentra en este lugar. Los percebes, el marisco o el arroz caldoso se encuentran entre los platos más demandados por los visitantes.
Rinlo se encuentra muy cerca de Ribadeo y de otro de los grandes atractivos del municipio, la playa de As Catedrais. El Camino Natural de la Ruta del Cantábrico une todos estos puntos en un paseo largo y muy bonito para hacer en bicicleta o a pie.