Muxía, tradición esculpida en el corazón de la Costa da Morte

Tradición y leyenda, religión y magia, piedra y mar… Varias dualidades conviven en Muxía configurando el carácter de una localidad de vocación marinera y llena de atractivos que ofrecer al visitante. Situada en el corazón de la Costa da Morte y en la península que cierra el extremo sur de la Ría de Camariñas, los orígenes de esta villa se pierden en el pasado, pero los ecos de aquellos tiempos han llegado hasta nuestros días y se dejan sentir con fuerza en el entorno del santuario da Barca.

 

El monumento más emblemático de la localidad ha sido a la vez testigo y protagonista de su historia. Allí se celebra cada año, llegado el mes de septiembre, una multitudinaria romería que atrae hasta el santuario a miles de personas llegadas de toda Galicia para rendir homenaje a la Virgen. El templo fue reconstruido en varias ocasiones. La más reciente, tras el incendio que sufrió el día de Navidad del 2013.

 

El lugar es también punto de destino de muchos peregrinos que, tras llegar a Compostela y visitar la tumba de Santiago, deciden prolongar su ruta hasta Muxía para visitar otro de los espacios íntimamente ligados a la tradición jacobea. Dice la leyenda, explicando también el nombre del santuario, que este fue erigido en el lugar al que llegó la Virgen en una barca de piedra para infundir ánimos al Apóstol.

 

Por eso no es de extrañar que las piedras que rodean el templo estén repletas de simbolismo. La más famosa de todas ellas es la de Abalar, una enorme mole granítica de 70 toneladas de peso que la tradición identifica con el casco de la embarcación de la Virgen. Por su forma y su ubicación realiza un movimiento oscilante cuando varias personas se suben a sus extremos. Esta singular característica ha despertado el asombro de los visitantes durante siglos, aunque en los últimos años solo ha podido “abalar” de forma intermitente a causa de una fractura. Según la tradición, la piedra fue escenario de ritos antiguos relacionados con la fertilidad.

 

Otras piedras con nombre propio del santuario son la Pedra do Temón, que sería el timón de la barca de la Virgen; la de Os Namorados y la de Os Cadrís, cuya forma recuerda a un riñón y por ello se le atribuyen propiedades curativas si se cumple con el rito de pasar bajo ella nueve veces. 

 

En las inmediaciones del santuario se pueden ver también otras piedras cargadas de simbolismo, las que forman A Ferida. Pero en este caso no fue la naturaleza la que les dio forma, sino la mano del hombre. Se trata de una obra de gran formato realizada por el escultor Alberto Bañuelos-Fournier a modo de homenaje a los voluntarios que lucharon contra la marea negra del Prestige y de recuerdo de aquella catástrofe.

 

La Sala do Perello completa este recorrido pétreo por la historia y las leyendas de Muxía. No muy lejos del santuario varias piedras de grandes dimensiones forman una especie de habitáculo que según cuentan tuvo algún morador singular. 

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