Los encantos por descubrir de Porto de Cereixo

Famoso por su castillo, por ser una de las principales puertas de entrada a la Costa da Morte y por su abundante patrimonio megalítico, el municipio coruñés de Vimianzo guarda también en su territorio un pequeño lugar en el que confluyen la historia, el arte y la etnografía. Estamos en Porto de Cereixo, una joya muchas veces eclipsada por los espacios más conocidos y emblemáticos de la comarca, pero que no deja de sorprender a todo aquel que se anima a descubrirla.

 

Lo primero que llama la atención al visitante que se acerca hasta este lugar situado en la orilla sur de la ría de Camariñas es la silueta de la construcción señorial que domina todo el núcleo. Son las Torres de Cereixo, un pazo con aires de fortaleza erigido en el siglo XVII en el que sobresalen las dos torres que le dan nombre y los escudos que nos recuerdan a buena parte de la nobleza que en tiempos ejerció su poder sobre toda la comarca. Se trata de una propiedad privada que no está abierta a visitas, pero cuya monumentalidad sí puede ser apreciada dando un paseo siguiendo sus muros.

 

En sus inmediaciones, además de una pequeña plaza coronada por un carballo centenario, se encuentra otra de las joyas del lugar: la iglesia de Santiago de Cereixo. Sus armoniosas dimensiones y el hecho de conservar la mayor parte de sus elementos románicos originales convierten este pequeño templo de mediados del siglo XII en un bien patrimonial de indudable valor. Pero, además, esta iglesia tiene un elemento que hace de ella un monumento único. En el tímpano de la puerta sur se puede ver una representación en piedra del traslado en una embarcación de los restos del Apóstol Santiago custodiados por siete de sus discípulos. Solo se conservan en toda la Península cuatro representaciones similares de la época del románico y el hecho de que una de ellas se encuentre precisamente en este lugar de Vimianzo hace pensar que su puerto pudo ser en el pasado un lugar de desembarco de muchos peregrinos que llegaban por mar a Galicia para encaminarse hacia Santiago de Compostela y visitar la tumba del Apóstol.

 

Algunos investigadores consideran que la dársena primigenia que dio nombre al lugar fue un punto de gran importancia comercial y estratégica a comienzos del milenio pasado, pero que habría desaparecido a causa de las incursiones de piratas vikingos y árabes. El propio rey Alfonso IX fue quien ordenó la reconstrucción del lugar en el siglo XIII e incluso lo llegó a visitar. El fenómeno jacobeo, la emigración y el comercio propiciaron que Porto de Cereixo volviese a ser un puerto importante en siglos posteriores. Sirvió tanto de lugar de paso para los peregrinos que comenzaban allí su ruta a pie, como de punto de encuentro para los vecinos de la comarca que eran recogidos antes de emprender su viaje hacia otros territorios en búsqueda de oportunidades de trabajo y progreso, y como espacio de carga y descarga de mercancías.

 

Además, las mismas aguas que favorecían el tránsito de esas embarcaciones fueron las que alimentaron otro de los monumentos que han llegado hasta nuestros días y que contribuyen a la variedad patrimonial de Porto de Cereixo. Se trata del molino de mareas de Cereixo, también conocido como Muíño das Torres o das Arceas. Existe constancia documental de su construcción en 1674, lo que lo convierte en una de las instalaciones de esta índole más antiguas de cuantas se conservan en Galicia. Situada en la confluencia del arroyo de Carnés o de Cereixo con la ría de Camariñas, esta construcción dispone de tres piedras que eran movidas por la fuerza de las aguas del río y de las mareas para moler trigo y maíz. Parte de los cereales allí procesados seguramente provenían del enorme hórreo situado en sus inmediaciones y levantado siglos atrás para guardar los tributos que debían pagar los vecinos de la zona. Con 26 metros de longitud y 19 pares de pies, el hórreo de Vila Purificación es uno de los más largos de Galicia y se puede contemplar desde un antiguo camino que sigue la orilla de la ría hasta llegar al molino.

 

Asimismo, desde el molino parte un paseo fluvial que bordeando el cauce del río de Carnés nos acerca a la iglesia de Santiago, a las Torres de Cereixo, y a algunos ejemplos de esmerada arquitectura popular que convierten el lugar en un conjunto de gran encanto. ¿Necesitas más motivos para visitarlo?

 

 

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