Diseminados por las cuatro provincias y situados en lugares estratégicos, los castros son uno de los elementos más característicos del patrimonio histórico de Galicia. Unos pocos han sido excavados y acondicionados para que el visitante pueda apreciar su majestuosidad y tratar de entender como vivían sus habitantes, pero son varios centenares los que aún permanecen ocultos, resguardados de los elementos a la espera de desvelar sus secretos. Otros han sido sometidos a diversos trabajos iniciales que permiten empezar a apreciar su valor. Es el caso del Castro de Vilar, un espectacular recinto situado a 550 metros de altitud en lo alto de la montaña que se alza junto a uno de los meandros que traza el río Lor a su paso por el municipio lucense de Folgoso do Courel.
El primer estudio y catalogación del Castro de Vilar se remonta a finales de la década de los años 70 del siglo pasado en el marco de un estudio más amplio sobre los asentamientos de la zona de O Courel. Los especialistas concluyeron entonces que al igual que los demás castros de la zona, el de Vilar estuvo vinculado con las explotaciones mineras de la época romana. Pero habrá que aguardar a futuras excavaciones para saber la función concreta que desempeñaba el lugar en aquel proceso.
Para lo que no hay que esperar es para adentrarse en el recinto y disfrutar de los restos de las construcciones que pisaron hace dos milenios sus moradores originales. Los trabajos de limpieza de la maleza que cubría el yacimiento acometidos hace un par de años han abierto el paso a los visitantes y sacado a la luz una parte significativa de aquellas edificaciones. Un paseo por el lugar no solo permite imaginar cómo era la vida en aquella época, sino que invita a reflexionar sobre cómo fue posible levantar un recinto de esas características, con murallas de hasta 6 metros de altura, en un lugar tan escarpado. Los muros de algunas de las construcciones se prolongan sobre las propias paredes casi verticales del promontorio componiendo una impresionante estampa. Desde allí se puede disfrutar de unas bellas vistas de las montañas del Courel y del curso del río Lor.
Por las escarpadas condiciones del lugar es recomendable moverse con precaución en el castro para evitar accidentes. Para llegar hasta allí hay que dirigirse hasta la aldea de Vilar y allí tomar el sendero que parte de su magnífico bosque de castaños. Además, en la propia aldea es posible visitar el pequeño museo etnográfico creado por un vecino con los aperos de labranza e instrumentos musicales que ha ido reuniendo y recuperando a lo largo de los años.