La figura de doña Urraca, reina Urraca I de León y de Castilla, condesa de Galicia, apodada La Temeraria, está muy presente en toda Galicia. Ya decía Ramón Cabanillas, que la reina recorrió esta tierra “en locidas cabalgadas de castro a castro” de “Soberoso a Samos desde Lugo á ribeira”.
Por entonces, en tiempos de la Reconquista, el destino gallego estaba en manos del clero, de la nobleza y de doña Urraca y familia. A pesar de ser la primogénita de Alfonso VI, rey de León, de Galicia y de Castilla, y a la muerte de su hermano, la única heredera, siempre lo tuvo duro para reinar. El empeño en conservar el poder en Galicia la llevó a conflictos constantes: con su hermana Teresa, con su hijo Alfonso, apoyado como heredero al trono por esta y por el conde de Traba y Xelmírez, con su segundo marido, Alfonso I El Batallador, con parte de la nobleza… Todos sitiándose unos a otros cada poco tiempo. Pero el mayor protagonista de las luchas de poder con la reina, unas veces amigo y otras enemigo, fue el obispo Xelmírez.
De la presencia de doña Urraca en Galicia es testimonio la cantidad de cuentos que circulan sobre ella. Se ha convertido en un personaje de nuestra memoria colectiva. Era la reina de los tesoros y de los pasadizos subterráneos. Aquí tenía un montón de propiedades, muchas cedidas al clero o a la nobleza para tener a la gente contenta y que no se rebelase. Había fortalezas por aquí y por allá para defender los territorios y gestionar el cobro de impuestos.
En Galicia dio a luz a Alfonso, en O Salnés, en Caldas de Reis, en una castillo a orillas del río Bermuño, conocido como La Torre de doña Urraca. A partir de entonces, la villa empezaría a llamarse Caldas de Rex, y le ha quedado Caldas de Reis hasta hoy. La torre, después de haber pasado por muchas manos distintas, fue derribada a finales del siglo XIX para construir la iglesia de San Tomé.
En O Salnés también está el Castillo de Lobeira, en Vilanova de Arousa, de donde viene el cuento de la Corona de la Reina. Resulta que, en disputas con Xelmírez, Urraca estuvo un tiempo en el castillo sitiada. Por si las moscas, había mandado cargar el tesoro del castillo en mulas hasta Cangas, no fuese a parar en manos de su rival. Este amenazó a la reina diciéndole que le entregara la corona si no quería perder los ojos. Ella, con mucho orgullo, lanzó la corona a una mina muy profunda del castillo diciendo: “Tú me sacarás los ojos, pero yo soy la reina y nadie puede llevar esta corona”. Xelmírez se ofendió mucho…
La historia del tesoro no termina ahí. Ya en el siglo XX, una mujer que estaba con la azada arrancando unos tojos en el monte Lobeira, encontró en la tierra… ¡Un tenedor y una cuchara de oro! Seguro que restos del tesoro del castillo… Y, como no hay castillo sin túnel, también se dice que bajo tierra, entre el pico del monte Lobeira y el convento de Vista Alegre, en Vilagarcía de Arousa, discurre el llamado Túnel de doña Urraca. Por lo visto, además de tener un tesoro escondido, cuando el castillo estaba sitiado, las galerías subterráneas explicarían la llegada de víveres. Se decía que los sitiados lanzaban fuera de los muros espinas de pescado, jactándose de que no pasaban hambre.
En los albores del siglo XX se hizo conocido Secundino Castro, un vilagarciano que se pasó media vida buscando los túneles y el tesoro. El pobre no encontró nada… Recientemente se ha descubierto una mina de agua por la zona, que a lo mejor se usaba de túnel, así que el hombre no andaba desencaminado…
Otro túnel de doña Urraca es el del Castillo de Sobroso, en lo alto del monte Landín, en Mondariz. Según la Historia Compostelana, aquí fue sitiada la reina por Teresa, su hermana, que desde Portugal apoyaba a Alfonso como heredero del trono. ¿Y cómo escapó Urraca de la situación? ¿o de la sitiación, mejor dicho? Pues por un pasadizo subterráneo que la llevó hasta la orilla del Tea, de donde fue a León. Desde allí pidió ayuda a Xelmírez para volver a conquistar la fortaleza.
Precisamente sería en este castillo en el que su hijo, parece ser que finalmente con el consentimiento de Urraca, sería proclamado rey de Galicia en 1109 por el conde de Traba. Dos años después, Xelmírez lo consagraba como monarca en Santiago de Compostela.
En Salvaterra también se acuerdan de la reina. Allí, dominando el Miño, se levantaba el Castillo de Salvaterra, también conocido como Castillo de doña Urraca. Hoy en día es sede del Museo do viño do Condado de Tea D.O. En aquella época, en 1121, Urraca y Xelmírez dirigen desde aquí las luchas contra Teresa. Cada vez que tenía bronca con ella, Urraca venía a este castillo a dominar la situación. Uno de los edificios que se conserva, de dos plantas, cuenta con un espacio circular abovedado que se conoce como el Vestuario de doña Urraca. En el piso inferior están las Cuevas de doña Urraca, donde hay un pozo que, según la leyenda, era la entrada a un pasadizo secreto que cruzaba a Monçao por debajo del Miño.
La reina también estuvo en Monterroso, en el castillo de Sirgal. Aquí se alojó con Alfonso I cuando vinieron a Monterroso para contener a los condes y compañía, que andaban sublevados contra los reyes. Y también hay un pasadizo, por supuesto.
De su paso por Valdeorras tenemos los restos de la Torre de doña Urraca en Viana do Bolo. También ha dejado huella de su paso por Lugo, por Samos, por Mondoñedo, por Santiago, donde sufrió con Xelmírez el levantamiento de la burguesía, que la acorraló y ultrajó, mientras él escapaba escondido bajo capa por los tejados… ¿Dónde no estaría doña Urraca? ¿Cuántos restos de torres, pazos y túneles de doña Urraca habrá por ahí?
Y todavía hoy está presente en Galicia, pues no es raro que aparezca por las ferias medievales, entonando romances de la época, muchas veces acompañada de su hijo Alfonso VII.