5 imprescindibles si visitas Ourense: Catedral, Puente Romano, As Burgas, Parque de San Lázaro, Paseo Termal

Ourense es una ciudad marcada por el agua: la que va por arriba, el río Miño y sus afluentes Lonia y Barbaña, y la que va por abajo, bien calentita, que brota en numerosos manantiales. También está marcada por la piedra, la del rico patrimonio del casco histórico.

La protagonista de la zona monumental de Ourense es la Catedral, en la plaza del Trigo. Es un gran templo románico, con toques austeros del cisterciense, y posteriores intervenciones, claro, de manera que tiene elementos góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos. Está dedicado a San Martiño de Tours, un santo muy popular en la Edad Media, patrón de la ciudad y de la diócesis de Ourense.

De lejos se reconoce bien por el cimborrio. La torre es octogonal, de 28 m de altura, de estilo gótico flamígero, y tiene doce ventanales por donde entra la luz al crucero. Por dentro, una gran bóveda estrellada y una balconada con las imágenes de los doce apóstoles. El cimborrio fue proyectado por Rodrigo de Badajoz y construido entre 1499y 1505. Ilumina la capilla mayor, donde refulge con mucho pan de oro el retablo de Cornelis de Holanda, del siglo XVI. También relumbra la capilla del Santo Cristo, en la que destaca la talla del Cristo en la cruz, que se dice que fue encontrado por unos marineros en Fisterra en el siglo XIV. La leyenda también dice que el cabello, que es natural, le crece, y un barbero se lo corta todas las semanas.

Si entramos en la catedral por la puerta oeste encontramos el gran Pórtico del Paraíso, de mediados del siglo XIII. Tiene grandes arcos, el central con parteluz, y en la disposición de las figuras se nota la influencia del Pórtico de la Gloria. Lo más singular es que cosnerva parte de la policromía original.

Otro símbolo de la ciudad es el Puente Romano, también llamado Puente Viejo o Puente Mayor. Data del siglo I, pero realmente lo que queda hoy de esa época es solo parte de la base. Fue reconstruido en el siglo XIII y remodelado a lo largo del tiempo, y más o menos desde el siglo XVII tiene el mismo aspecto.

De los once arcos primitivos se conservan siete. En un tiempo tuvo torre que, por cierto, aparece en el escudo de la ciudad. Desde luego, la construcción de este puente significó mucho para Ourense, ya que durante mucho tiempo fue el único en la zona. Hoy en día solo en la ciudad hay ocho.

Ourense también se conoce como “a cidade das Burgas”, ya que su origen tiene que ver con As Burgas. Alrededor de estas fuentes termales nació Aquis Aurienses (Augas de Ouro), el asentamiento romano que impulsó el desarrollo de la zona. Y de este quedan los restos de una balnea (casa de baños) y de un santuario.

El agua de As Burgas viene de acuíferos a más de 1 km de profundidad y emana a más de 60 ºC. En este espacio se diferencia la zona superior, donde está la fuente de A Burga de Arriba, del siglo XVII; un espacio central, con el recinto de la piscina termal, y la parte inferior, con la fuente de A Burga de Abaixo, del siglo XIX. En un lateral de esta última esta el Fervedoiro (Hervidero), estanque cuadrado con agua burbujeante. En la zona superior están los restos arqueológicos, la piscina y el santuario del siglo I, que conecta con el Centro de Interpretación arqueológico-termal.

Si hablamos del Ourense moderno, no tenemos más que dejarnos caer por el Parque de San Lázaro, donde bulle la ciudad. Antiguamente aquí estaba el lazareto, y también la capilla de San Lázaro, donde desde 1929 está la iglesia de los franciscanos. También fue campo de la feria.

Con el tiempo, y con la construcción de edificios nuevos, el campo fue haciéndose más pequeño. Al final, quedó en una planta cuadrada en dos niveles, con muchos árboles y bancos. En el centro hay una fuente barroca que había pertenecido al monasterio de Oseira. También hay zonas de juegos infantiles. Y, como no, esculturas: en el centro, O anxo de Francisco Asorey, de 1951; en la parte superior, O Carrabouxo, de César Lombera, de 1992; en la parte inferior, en una esquina el Rallye de Ourense, de Ramón Conde, de 2006 y, en la otra, A castiñeira, de Xosé Cid, de 2001.

Y, para redondear nuestra visita a Ourense, solo nos falta un paseo por la orilla del río. Pero este no es un paseo cualquiera, pues además de disfrutar de la naturaleza sin salir de la ciudad, tenemos la posibilidad de darnos un baño muy saludable. Nos referimos al Paseo Termal del Miño. El recorrido empieza pasado el puente del Milenio, en la margen derecha del río. A lo largo de 4 km de senda peatonal, se van sucediendo hasta siete instalaciones termales: A Chavasqueira; la fuente y mirador de O Tinteiro; O Muíño da Veiga; las Termas de Outariz y la zona termal de Outariz y Burga de Canedo, el centro más grande. Después hay que atravesar la pasarela hasta la otra orilla del río, y seguir por el Paseo das Ninfas hasta la fuente de Reza, la última parada del paseo.

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