Entre su nacimiento, en Vilanova de Arousa, y su muerte, en Santiago, Valle-Inclán vivió durante temporadas en Galicia, donde varias ciudades recuerdan su paso, así como muchos lugares concretos aparecen reflejados en su obra.
Empecemos por el principio: la Casa del Cuadrante. Aunque él decía que había nacido en un barco de vela en el medio de la ría, según parece nació en esta casa, en Vilanova de Arousa, el 28 de octubre de 1866. Era el pazo de los abuelos maternos, ya se ve que sus orígenes son medio aristocráticos. El pazo fue cambiando de propietarios hasta que, en 1994, después de un incendio, fue adquirido por el ayuntamiento y rehabilitado como casa-museo. En la planta baja, donde cuando era niño estaban los establos, hay ahora una exposición permanente sobre su vida y obra, con primeras ediciones y documentos originales; en el piso de arriba, la recreación de un hogar de la época. En el jardín destacan las camelias y el gran magnolio de más de un siglo. De pequeño también vivió en el pazo de la rúa Nova, entre Vilanova y Vilagarcía de Arousa.
Vilanova siempre recuerda sus lazos con Valle-Inclán. Si nos acercamos al paseo marítimo, vemos un grupo escultórico, de Lucas Míguez, 2006, que es todo un homenaje al escritor y los personajes más conocidos de su obra: Max Estrella y don Latino, el marqués de Bradomín, el príncipe Verdemar y MariGaila.
Precisamente, este verano también se le recuerda con un festival teatral, Festivall, enteramente dedicado a su obra, con curso de verano y actos alrededor del autor.
En Santiago estudió derecho a medias, ya que se aplicaba más en la vida literaria y de cafés. Aquí publica sus primeros trabajos en semanarios y periódicos como Café con gotas o El Pueblo Gallego. Se quedó en Compostela entre 1885 y 1890.
Después de pasar una temporada en Madrid y en México, vuelve a Pontevedra, donde ya había estudiado bachllerato. Dos rincones del casco viejo nos recuerdan su figura. Uno, la casa de la plaza de las Cinco Calles, al lado de un interesante crucero barroco. Otra, la plaza de Méndez Núñez, junto a la casa de los Muruais. Jesús Muruais, que tenía una rica biblioteca, fue muy importante en la formación de Valle-Inclán. Tenía la mayor colección de literatura francesa de Galicia, y estaba a la última en las novedades editoriales de Madrid, Londres y París. Y, además de leer, allí se hablaba mucho, claro, que eran épocas de tertulias.
En Pontevedra, en 1895, publica su primer libro: Femeninas. Seis historias amorosas, desarrollando la estética de los nuevos tiempos. A medida que define su estilo literario, también define su look. Nace el icono: es cuando comienza a llevar capa, sombrero, chalina, y a olvidarse para siempre de la hoja de afeitar.
En la plaza de Méndez Núñez se le recuerda hoy con una estatua de bronce, paseando, hecha por César Lombera en 2003.
A mediados del 95 vuelve defnitivamente a Madrid, a sumergirse en la vida literaria y teatral. Lleva sus ideales estéticos, el modernismo, el anti-realismo, el dandismo, la bohemia… a su obra y a su vida. También se casa con la actiz Josefina Blanco y viajan mucho con el teatro. Y, de cuando en cuando, recalan en Galicia.
En 1912 se traslada con la familia a Cambados, donde residen en la calle Real. Tristemente, aquí se les muere un hijo de cuatro meses, de modo que, a lo mejor por cambiar de aires, se mudan a A Pobra do Caramiñal, que alternarán con estacias largas en Madrid.
En A Pobra do Caramiñal hay muchos lugares ligados a Valle-Inclán. El primero, la casa de Colo da Arca, en Santa Cruz de Lasón, que era la casona de la infancia, de la familia materna. También vivieron en la Torre de Bermúdez, herencia por parte de padre. Desde 1987 funciona como museo, donde se conservan primeiras ediciones de obras, manuscritos y objetos personales. Además, cuenta con sala de exposiciones y auditorio.
El núcleo de las tertulias del verano estaba en la rebotica de la Farmacia de Tato, en la calle Real. Con Santiago Tato también acostumbraba a hacer excursiones por O Barbanza.
Entre 1917 y 1921 vivieron en el Pazo da Mercé aunque, mientras lo rehabilitaban, pasaron una temporada en la Fonda Ferro. En el pazo, aumenta la familia, en dos, y aumenta la producción literaria, pues aquí nacen obras como Divinas palabras, Cara de plata o Los cuernos de don Friolera. El pazo sufrió un incendio en 1983 del que solo se salvó una parte de la fachada y la capilla.
En Villa Eugenia, en la calle de San Roque, viven entre el 21 y el 25, y sigue aumentando la familia y la obra. El escritor también pasa un tiempo en la Torre de Xunqueiras, convaleciendo de un tiro involuntario en un pie, donde halló el escenario perfecto para su Sonata de otoño.
Otro sitio clave en A Pobra es el monte de A Curota, adonde le gustaba ir de excursión. Ya en 1919 le habían hecho allí una fiesta homenaje los amigos y vecinos de la villa. En 1936 instalaron un busto suyo firmado por Benito Prieto Coussent. Ahora, el mirador de O Alto da Lagoa se llama mirador Valle-Inclán.
En 1925, Valle-Inclán volvió a pasar por Santiago para tratar un cáncer de vejiga. Siempre se le veía en las tertulias del Español, el Savoy, el Derby… Precisamente cerca del desaparecido Derby, en la plaza de Galicia, hay un busto suyo, obra de Fernando Blanco. En 1935 vuelve a Santiago por motivos médicos, donde muere el 5 de enero de 1936. Está enterrado en el cementerio de Boisaca.
Hoy en día aún podemos compartir banco con él en la Alameda, donde descansa la estatua hecha por César Lombero en 1995. Desde hace años, en el Día Internacional del Teatro, en la escultura de Valle-Inclan en Recoletos, en Madrid (de Francisco Toledo, 1973), se le coloca una bufanda blanca, como símbolo de agradecimiento a los dramaturgos de todas as épocas. En esta de la Alameda, le ponen una roja, conmemorando su regreso a Galicia.