“Eu nacín cabo de pinal espeso,
Eu nacín na pequena Ponte-Ceso”
Estos dos versos en los que Eduardo Pondal hace referencia a su villa natal no son más que un pequeño ejemplo de la importancia que las tierras que lo vieron nacer aquel 8 de febrero de 1835 tienen en la obra del ilustre autor cuyas rimas dieron también voz al Himno Gallego. Su municipio natal y los paisajes y monumentos de la comarca y de otras localidades cercanas transitan por sus versos como fuente de inspiración y telón de fondo para sus inquietudes estéticas e históricas. No es casualidad por tanto que Pondal sea conocido como el Bardo de Bergantiños. Su obra se convierte así en una guía para descubrir algunos de los parajes más importantes de la zona. ¿Te animas a conocer esos lugares y a disfrutar de algunos versos pondalianos tal como fueron publicados originalmente?
Los paisajes de la infancia
La importancia de los paisajes de Ponteceso en la obra pondaliana es de sobra conocida en su localidad natal, donde han diseñado y señalizado con monolitos una ruta por algunos de los espacios que aparecen en los poemas del ilustre escritor. Comenzando por “a pequena Ponte-Ceso”, donde aún se levanta la casa en la que nació, el recorrido nos lleva hasta lugares claramente reconocibles como la aldea de O Couto, donde fue bautizado y donde hoy en día se encuentra la fundación que lleva su nombre, y la cima del “Monte Branco”, desde la que se puede contemplar una de las mejores vistas de la desembocadura del río “Anllóns”. Otros paisajes próximos, como el castro de Nemeño (“Nemenzo” en los versos de Pondal), la lengua de arena que rodea el río antes de llegar al mar (la “Barra” del Anllóns) y las marismas (“Agra de Mares”) forman parte también de esta ruta. Además, en sus poemas hay referencias a otros lugares cercanos como la iglesia de San Fins de Anllóns, cuyas “campanas” son el hilo conductor de una de sus composiciones más conocidas.
“E ti, campana d’ Anllóns,
Que vagamente tocando,
Derramas nos corazóns,
Un bálsamo triste e brando,
De pasadas ilusións!”
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De viaje por Coristanco
Los verdes prados de Bergantiños, los campos repletos de trigo y sus pinares se dejan ver en los versos de otro poema de Queixumes dos Pinos, en el que realiza un pormenorizado recorrido por el municipio de Coristanco. “Ou terra de Bergantiños” es el arranque de un poema repleto de referencias a monumentos emblemáticos como el puente de A Ponte-Dona (viaducto que une Coristanco y Ponteceso y que se ha mantenido casi inalterado desde los tiempos del Bardo) y la Torre de Traba (edificio señorial cuya silueta ha sido inmortalizada en el escudo municipal coristanqués), muestras del patrimonio arqueológico local, como el castro de Oca (aún por excavar, pero cuyo perfil es claramente visible bajo su cubierta vegetal) o los frondosos paisajes de Verdes (convertidos hoy en día en un preciado espacio de ocio).
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“Aquel’ he a torre de Traba,
Que desde longe branquea;
Os verdes de Coristanco,
E os altos pinos de Bértota:
E ti, castro antigo d’ Oca,
Ben te conozo, antr’ a brétema”
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Suspiros de amor en los Penedos de Pasarela
Solo tres versos componen el poema en el que Eduardo Pondal menciona las espectaculares moles rocosas de caprichosas formas que se dejan ver en los escarpados montes situados en el límite de los municipios de Laxe y Vimianzo. Pero esos tres versos son suficientes para confirmar que esas majestuosas formaciones naturales que hoy constituyen un paisaje protegido ya despertaban la fascinación de quienes las contemplaban en la época de Pondal.
“Penedos de Pasarela,
Cando vos vexo, penedos
Suspiro d’amor por ela”
El asombro ante Dombate
El dolmen de Dombate, uno de los monumentos megalíticos más importantes de Bergantiños y de toda Galicia, recibió una atención especial por parte de Pondal, que le dedicó un poema publicado inicialmente en la “Revista Gallega” (1895) y posteriormente incluido en “Queixumes dos Pinos” a partir de su segunda edición. Pondal recuerda en esos versos sus trayectos escolares desde Ponteceso hasta Nemiña (Muxía), donde era alumno de un clérigo, y deja patente su asombro ante la contemplación del dolmen, hoy en día resguardado bajo una edificio levantado para asegurar su preservación. Aún así, la sensación que experimentan aquellos que visitan en la actualidad este monumento considerado como la catedral del megalitismo gallego no debe ser muy diferente a la que vivió Pondal al contemplar las enormes piedras de este misterioso legado de otras edades.
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“E despois a Nemiña,
ou que fose ou tornase,
ó velo desde longe,
indo pla gandra adiante,
sempre ledo escramaba:
“¡O dolmen de Dombate!”
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Brandomil y el dolmen de A Piosa
Otro de los dólmenes a los que Pondal regaló algunos de sus versos es el de A Piosa, en Zas. Allí sitúa el poeta la tumba de Brandomil, un mítico guerrero celta que habría muerto enfrentándose a los romanos. Aunque el dolmen fue levantado un par de milenios antes de ese hipotético enfrentamiento Pondal incluso describe el ajuar funerario de Brandomil.
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“Ten o seu lado dereito.
O elmo dourado e gentil,
O’ escudo, e a dura lanza
Ond’ o sol, soía ferir”
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Por las costas de Malpica
Los paisajes de otro municipio bergantiñán, Malpica, también merecieron la atención de Pondal, que se fijó en dos de sus espacios más emblemáticos. Es el caso del archipiélago de las islas Sisargas, al que Pondal se refiere como destino de unas aves de las que envidia su libertad. En otros dos poemas de “Queixumes dos pinos” habla de punta Nariga, cabo hoy coronado por uno de los faros más modernos de España (obra del arquitecto César Pontela).
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“Non preguntes por que causa,
O fero mar desfigura,
Co eterno e duro combate,
De Nariga a ruda punta”
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