¿Buscando un destino lejos del mundanal ruido? ¿para disfrutar de una experiencia única, de las que se recuerdan siempre? No le demos más vueltas, ¡A Costa da Morte nos está esperando! Vamos a ver de cerca el poder del mar salvaje, las playas más naturales, algunas prácticamente vírgenes, una gastronomía de primera… A ver cómo hacemos para comprimir todo en una emocionante escapada de tres días.
Día 1: Fisterra y Muxía
Un buen sitio para empezar es el cabo de Fisterra, donde antiguamente se pensaba que terminaba el mundo. Pues para nosotros, comienza el viaje. Desde el faro nos hacemos una idea de la forma que toma la costa, con la ría de Corcubión, el Monte Pindo, las islas Lobeiras y hasta la costa de Carnota. Justo delante, el islote de O Centolo, causa de muchos naufragios. Cerca de allí está la playa de Langosteira, muy recogida, nada que ver con el mar abierto del cabo.
Semana Santa es una buena época para ir a Fisterra, ya que aquí se celebra una de las fiestas con más tradición de Galicia, declarada de interés turístico. Es la Fiesta del Santo Cristo, una celebración con escenificaciones de la Pasión, donde se mezclan las imágenes y los intérpretes de carne y hueso. El día más importante es el Domingo de Resurrección, cuando se representa el auto sacramental sobre la llegada de las mujeres al sepulcro y al encuentro con el ángel que les anuncia la Resurrección. Después de los pertinentes aleluyas, se baila la Danza dos paus o de Santa María das Areas, un baile del siglo XVII. Y todo esto en un paisaje único: en las inmediaciones de la iglesia de Santa María das Areas, en el camino de la subida al faro.
Después de la fiesta tiramos hacia Muxía, donde visitaremos la Punta da Barca. Aquí, al lado del faro, está el santuario de A Virxe da Barca y las piedras que se dice que son los restos de la barca de la Virgen: las famosas piedras de Abalar, de Os Cadrís e de O Temón (las supuestas partes de la barca: vela, casco y timón). Ojo, que se les presumen propiedades curativas y adivinatorias. Enfrente tenemos el Cabo Vilán y, entre faro y faro, la ría de Camariñas.
Día 2: De Camariñas a Malpica de Bergantiños
Y en Camariñas nos plantamos el segundo día. Tiene uno de los puertos más importantes de A Costa da Morte. Pero sobre todo es conocida por los encajes de bolillos, famosos en el mundo entero. Siguiendo la calle de la Constitución y después la carretera de Vilán, llegamos al cabo Vilán. Allí se levanta uno de los faros más potentes de la península. Frente a él, el mar bate en el islote Vilán de Fóra, separado de la tierra por el paso de O Bufardo. Aquí también encontramos piedras con nombre propio, como la de A Caaveira o la de A Moa. Desde luego, estamos en un espacio privilegiado, muy querido por las aves en peligro de extinción, como araos o cormoranes.
Para meternos de lleno en lo que supone la vida en el mar, hay que visitar el “Centro de interpretación de los naufragios, faros y señales marítimas”, que está aquí mismo.
Siguiendo el recorrido hacia el norte, nos adentramos en la comarca de Bergantiños, con una sucesión de municipios marineros en los que hacer una parada, como Laxe o Malpica de Bergantiños, y faros como el de O Roncudo o el de Punta Nariga, increíbles miradores sobre el Atlántico.
En el interior también hay tesoros por descubrir, como el dolmen de Dombate y, a pocos kilómetros, el castro de Borneiro, dos joyas de nuestro patrimonio arqueológico, en el municipio de Cabana de Bergantiños.
Día 3: Descubriendo el Monte Pindo
El último día volvemos la comarca de Fisterra para acercarnos a Dumbría. Allí, en Santa Uxía de Ézaro, tenemos un fenómeno natural digno de ver. S trata de la cascada de Ézaro, que cae a 40 m de altura justo cuando el río Ézaro, o Xallas, va a dar al mar. La zona está preparada con pasarelas para disfrutar del espectáculo cómodamente.
Para tener una buena perspectiva a distancia, tenemos que subir al mirador de Ézaro, desde donde podemos contemplar la punta del Cabo Fisterra, las islas Lobeiras, el embalse de Santa Uxía, la desembocadura del Xallas y el Monte Pindo. Este monte a la orilla del mar, el “Olimpo celta”, lleno de formas graníticas, también cuenta con un montón de petroglifos y las ruinas del castillo de San Xurxo. Las leyendas populares hacen de él la morada de la Raíña Lupa; también se dice que el interior del monte está lleno de tesoros.
Si tenemos tiempo y estamos en forma, podemos llegar a la cumbre en unas dos horas y media. Desde arriba tenemos la panorámica de la desembocadura del Xallas, del Cabo Fisterra, la ría de Corcubión y, por supuesto, Carnota, con su inmensa playa. Monte y playa conforman el espacio natural Carnota-Monte Pindo, zona especial de conservación.
Un buen fin de jornada es relajarse en esta playa de más de 7 km, la más grande de Galicia y una de las más impresionantes por su belleza, donde se respira de lleno A Costa da Morte.
Y aquí termina el plan para la escapada de tres días en A Costa da Morte, lo justo para llevarla siempre en el corazón. Así que, ya sabemos: ¿Semana Santa? ¿3 días libres? destino ideal… ¡A Costa da Morte! ¡Buen viaje!
Esta zona de Galicia me sorprendió mucho.
Estoy deseando volver para recorrer la Costa da Morte entera.