5 imprescindibles si visitas Lugo: la muralla, la catedral, las termas romanas, el puente romano y la zona de vinos

Lugo lleva más siglos en pie que ninguna otra ciudad gallega, pues parece ser que fue fundada por Paulo Fabio Máximo hacia el 25 a. C., aunque entonces se hablaba de Lucus Augusti, claro. En Lugo es un hecho que los romanos estuvieron un tiempo, es algo que se nota nada más llegar a la ciudad, y no digamos si coincide el Arde Lucus…

Por ejemplo, ahí tenemos la Muralla, cien por cien romana, que es la que vertebra el núcleo urbano, y auténtico símbolo de la ciudad. Levantada entre los años 260 y 325 aproximadamente, patrimonio de la humanidad desde 2000, es la única muralla romana del mundo que conserva su perímetro original, de más de 2 km. Enmarca un espacio suficiente para albergar el centro histórico, con la Catedral, la Plaza Mayor, la Casa Consistorial, el Museo Provincial… En su origen tenía 85 torres elevadas con grandes ventanales en la parte superior. Hoy solo quedan 71 cubos, que terminan en el adarve. La torre de A Mosqueira es la única que conserva restos de las ventanas. El adarve mide más de 4 m de ancho, y conforma el recorrido del paseo más típico de Lugo, que no podemos perder, con vistas hacia dentro y fuera de la muralla. Si queremos entrar o salir tenemos hasta diez puertas, algunas de ellas nuevas.

Precisamente delante de las puertas, la de Santiago, cerca de la Plaza Mayor, se encuentra la catedral de Santa María. Aunque su origen como templo es de mucho antes, en el siglo XII fue ampliado con Raimundo de Monforte como maestro de obras. En el XIV volvió a transformarse y, más adelante, en el XVIII, por las secuelas del terremoto de Lisboa. En conjunto, el estilo predominante es románico tardío, aunque muestra las sucesivas intervenciones góticas, barrocas y neoclásicas.

En la Puerta Norte destaca la portada románica, con el Cristo sobre el capitel que representa la Última Cena. En el interior sobresale el retablo de Cornelis de Holanda, del siglo XVI, en el testero  del crucero, además del coro barroco, de Francisco de Moure, que tiene la particularidad de ser el único de Galicia que se conserva en el lugar original, en la nave central. En la girola gótica, encontramos la capilla barroca de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, de Casas Novoa, con retablo de Miguel de Romay. Aquí está la talla de la Virgen con el Niño, que es anterior. Por cierto, esta virgen de profunda mirada es la patrona de la ciudad. Y el patrón es San Froilán, que también tiene su capilla, esta renacentista, con la talla de Francisco de Moure.

Pero, además de las obras artísticas, la catedral de Lugo posee un privilegio especial: el de exponer el Santísimo Sacramento en la capilla mayor todo el tiempo, día y noche, siguiendo una costumbre que dicen que se remonta al siglo XV. Por eso a Lugo también se le llama ciudad sacramental. Cada año, siguiendo una tradición del siglo XVI, se hace un acto de ofrenda al sacramento con representantes de las siete capitales del Antiguo Reino de Galicia. Por cierto, esta hostia es la que aparece en el escudo de Galicia.

Una cosa está clara: de la presencia romana no podemos escapar. Incluso fuera de la muralla, por ejemplo, en el río Miño. Si salimos de la muralla por la Puerta Miñá o del Carmen, la puerta original que mejor se conserva, y seguimos la Calzada da Ponte, llegamos al Puente romano o Ponte Vella, que cruza el río por el suroeste. Con sus 104 m de largo y 4 m de ancho, une la calzada con la carretera vieja de Santiago, formando parte del Camino Primitivo. Es del siglo I, cuando por aquí pasaba la vía XIX, que llegaba a Bracara Augusta. Con el paso del tiempo sufrió varias remodelaciones, que la convirtieron en puente peatonal, ideal para seguir ruta por el paseo fluvial.

Y siguiendo el paseo unos 100 m, damos a las termas romanas, otro recuerdo que nos dejó el Imperio. Son restos de un antiguo balneario (c. a 15 a. C). El recinto mejor conservado es el apodyditerium, o sea, el vestuario. También quedan restos de la antigua sala de baños, abovedada, con la zona de baños fríos (frigidarium), templados (tepidarium) y calientes (caldarium). Hoy en día están dentro del Hotel Balneario de Lugo, que es el que organiza las visitas para acceder a las termas.

Para despedirnos de Lugo, nada mejor que ir a la zona de vinos. Aquí comprobamos lo acogedora que es esta tierra, donde la tradición manda que las tapas sean gratuitas. Eso y lo ricas que están, es algo que engancha al visitante. Aunquea hay mucha hostelería por Lugo adelante, el centro típico de reunión para tomar unas tazas está dentro de la muralla, en la zona de la rúa Nova, que da a la puerta Nova; la rúa da Cruz, y la intersección de las dos, en la Plaza del Campo. Aquí tenemos muchos locales para escoger, y mucho ambiente en la calle y, mientras tomamos algo, podemos planear nuestra próxima visita a Lugo, porque seguro que volvemos. 

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